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¿Qué son los combustibles sintéticos?

Arval Mobility Observatory 8 Mar 2023

Recientemente, Alemania e Italia han vetado la propuesta de la Comisión Europea para prohibir la venta de vehículos de combustión interna a partir de 2035. La medida fue propuesta como parte del plan de la UE para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 55% para 2030 y alcanzar la neutralidad climática para 2050.

El veto se produce después de que la industria automotriz alemana e italiana, dos de las más grandes del mundo, expresaran su preocupación por la medida, argumentando que una prohibición tan rápida de todos los motores de combustión interna podría afectar negativamente la competitividad de la industria y la economía de la Unión.
Por ello, Alemania e Italia proponen que no se les cierre la puerta a los motores alimentados por combustibles sintéticos y que se permita a estas tecnologías desarrollarse más allá del 2035, aunque a la vez han declarado que confían en que la tecnología eléctrica, también es el camino a seguir.

Es importante recordar que la transición a una energía más limpia y sostenible es esencial para abordar el cambio climático y proteger el medio ambiente para las generaciones futuras.
Por ello, la Comisión Europea ha recalcado que es necesario tomar medidas ambiciosas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y lograr la neutralidad climática, y la prohibición de los vehículos de combustión interna es una medida importante para lograr estos objetivos marcados por la Unión.

 

Pero, ¿Qué son los combustibles sintéticos?

En los últimos años, la preocupación por el cambio climático y la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero ha llevado a una mayor investigación y desarrollo de tecnologías y alternativas a los combustibles fósiles. Uno de los enfoques más prometedores en este sentido son los combustibles sintéticos que no emiten CO2.

Estos combustibles sintéticos se producen a partir de la captura y utilización del CO2 de la atmósfera para producir combustibles líquidos y gaseosos, como la gasolina, el diésel y el metano, entre otros. Estos combustibles se producen mediante un proceso químico conocido como síntesis Fischer-Tropsch, que convierte el CO2 en hidrocarburos utilizando energía renovable, como la solar, eólica o hidráulica.

A diferencia de los combustibles fósiles, que si emiten CO2 cuando se queman, los combustibles sintéticos no liberan emisiones de CO2 a la atmósfera. Además, pueden utilizarse en los vehículos existentes sin necesidad de realizar grandes cambios en la infraestructura. Esto significa que, a diferencia de otras alternativas como los vehículos eléctricos, los combustibles sintéticos no requieren una inversión masiva en nuevas tecnologías y pueden ser una solución viable en el futuro.

Aunque la tecnología de los combustibles sintéticos aún está en desarrollo y no se ha implementado a gran escala, ya ha habido algunos avances significativos en los últimos años. Existen plantas de investigación en Canadá y Chile entre otros países. Estas plantas ya están produciendo combustibles sintéticos a partir del CO2 capturado de la atmósfera.
Alemania, uno de los impulsores de esta tecnología, está realizando pruebas en vehículos con este tipo de combustibles, aunque todavía no se ha conseguido que sea 100% libre de CO2 durante su proceso de combustión.

Por otro lado, aún existen algunos desafíos para la producción a gran escala de combustibles sintéticos. Uno de los principales desafíos es el coste de producción, que actualmente es mucho más alto que el de los combustibles fósiles. También existe el desafío de capturar suficiente CO2 de la atmósfera para producir cantidades significativas de combustibles sintéticos, lo que requeriría una mayor inversión en infraestructura y tecnología.

En conclusión, los combustibles sintéticos que no emiten CO2 representan una alternativa a los combustibles fósiles tradicionales. La tecnología está avanzando rápidamente y es posible que los combustibles sintéticos puedan desempeñar un papel importante en la transición hacia una movilidad más limpia y sostenible.

Si la Comisión Europea accede a las peticiones de Alemania e Italia y se abre la puerta a una propuesta en firme que de margen suficiente para alcanzar los objetivos de reducción de CO2 de la Unión, el escenario se plantearía diferente para la industria automotriz y para el futuro de la movilidad.

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